Me digo católico, entro a las iglesias con humildad, pero sé que Dios está en todos lados; veo a Dios como un ser agonizante, de bastante edad, huraño y al mismo tiempo "poderoso".
Creo que Dios tiene poderes que nunca pidió tener, pero que le aterra perder, los usa la mayor parte del tiempo en evitar que los humanos se los arrebatemos y a veces tiene que pelear por ello.
Es así como Dios lleva 4 batallas ganadas en la guerra de mi vida (hasta el momento).
También es así como he conseguido arrebatarle 1 victoria: mi distintiva forma de pensar.
Gracias a la negligencia de mis padres.
De ésta última derrota aprendo algunas cosas: La honestidad sobre pasa todo y quien no es humilde, resulta humillado. Realmente no ha sido derrota, aprendí y se hizo "sagrada y divina justicia" (proveniente de los ¿Dioses Aztecas?). Pero más importante es saber que me gané el "apodo" de uno de los poemas de Quevedo: Desengaño de las mujeres.
Y luego de pensar que me lo gané y bien merecido, me despido.
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