Simplemente llovió un día, hacía mucho tiempo que no llovía, los hombres habían perdido la esperanza, creían en la lluvia pero solo como un mito,como un cuento infantil de sus abuelos.
Maravillados es poco para explicar el asombro de esos hombres, solo conocían el agua embotellada y la maldita agua de mar... tan salada... Acercase a un lago o a un río estaba prohibido.
Las actividades eran en la noche, de día resguardaban su humedad en los profundos túneles y casas, solían ser afortunados por beber dos litros en un día, gastaban incontables sumas de dinero, incluso mataban por el agua....
Se tenían estrictas medidas para controlar el agua, algunas bastante absurdas; mi abuelo siempre decía que nunca le gustó el agua, aunque fuera fuente de vida, sin embargo también decía que gracias a ella obtuvo todos sus logros en la vida.
¡Milagro! ¡Milagro! Gritaban los más viejos mientras se revolcaban en el suelo húmedo, los demás solo observaban, también con agua en los ojos, con ese sentimiento de vacío, ese sentimiento que surge cuando todos los logros se han echado a perder.
-De niño nunca me mojé bajo la lluvia, tan enfermizo era... pero hoy... Dijo un viejo al arrojarse a un charco y quedar lleno de barro.
Solo los más viejos y los más jóvenes acudieron a mojarse, a divertirse; un viejo comenzó a cantar Im singing in the rain... just singing in the rain... Solo los más viejos sabían la canción. El musical había sido censurado hace muchas décadas, solo aquellos tan viejos y afortunados de una vida longeva la recordaban, pero no por eso a los niños no les divertía la canción, por el contrario rápidamente agarraron la tonada e imitaron a sus abuelos.
Pasaron las horas, todos observaban con ojos de odio a los más viejos disfrutar la lluvia, gritando, jugando, salpicando...
-¡¡Pecadores!!
-¡¡Obscenos!! -gritaron de todos lados a los más viejos.
Aquella gente tenía en lo más sagrado al agua, los costos de agua eran superiores al oro y los combustibles, incluso se traía de la luna, de marte y de los asteroides circundantes a la Tierra.
Nada era más costoso y más sagrado para esa gente. Ver a aquellos seres que se mojaban y salpicaban bajo la lluvia... Simplemente no pudieron comprender la nueva situación. La intolerancia los cegó.
Se hicieron llamadas y pronto llegaron los policías, se ordenó a los niños regresar a sus casas y a los viejos que augurando su destino entraron en "cabales" también siguieron la órden. Muchos otros como mi abuelo discutieron con los oficiales. Lo último que dijo fue: ¡Yo inventé tres de los siete sistemas de captación y reciclado de agua, usted no puede negarme a mí nada!
No quise ver más por la ventana y fui a esconderme bajo las sábanas, lloré muchos días, le extrañé tanto. Los consuelos de mi madre de nada sirvieron pues siempre decía: "se lo merecía por agitador".
-Fue así como perdí a mi abuelo a la edad de siete años.
Posteriormente con el regreso de las lluvias, la historia quedó en el olvido y aunque no es una historia muy bonita, es una historia que no debe de volverse a olvidar.
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