Locura de mi alma, soberbia de mi vida

¿Sólo ésto es lo que somos?

¿Sólo ésto es lo que somos?
¡No para mi!
¡¡Somos ADN, sí, pero somos una organización genética distinta, un conjunto de moléculas en un órden específico y medida para poder ser nosotros, un contexto, un ambiente, una armonía, una vida!!

Somos parecidos pero con una diferencia infinitesimal entre cada humano de 2^8000 y luego a contar las demás especies...
Estas diferencias son tan hermosas... por eso estudio Biología y escribo Poesía.

Las bases científicas de lo que arriba afirmo, las pondré en una entrada posteriormente.

lunes, 10 de mayo de 2010

El Pueblo de mi Jefa

Don Apolinar (2a parte)

Como soldado no encontraba dinero, apenas comía y solo peligraba su vida. Apenas había aprendido a usar una carabina y cuando mucho comía una vez al día apenas unas cinco tortillas, pensar en carne o verduras sería total locura. Entonces fastidiado de haber desperdiciado tiempo, les contó a tres amigos que había hecho en sus recorridos, que si robaban unas cuantas armas, podrían ser los hombres más ricos del mundo.
Acordó un ingenioso plan, regresar a La Piedra, asesinar al hacendado y repartirse las tierras...

Regresó a su tierra natal montado en un caballo, con ropas militares y con varias carabinas en la espalda, acompañado de tres buenos compadres; lo primero que haría llegando a la hacienda sería condenar a aquel insolente hacendado y darle un tiro en el pecho.

El hacendado y su familia habían sabido de los levantamientos subversivos en todos lados y habiendose previniendo de cualquier posible intento de pillaje, mandó traer indios fuertes y les dió armas, dinero y tierras, serían su cuerpo de seguridad. Los Salazares tenían buen renombre entre los peones y también fueron privilegiados, se les concedieron algunas vacas, unos sacos de maíz y el aseguramiento de la boda entre Catalina Salazar y el hijo mayor del hacendado; todo estaba preparado para sofocar cualquier intento de subversión. Los indios empezaron a ser cada vez más holgazanes, no trabajaban y empezaban a alebrestarse cada vez más y muchas veces eran calmados a tiros.

Cuando Apolinar regresó acompañado de sus compadres, supieron idear un ingenioso plan: Ellos serían los representantes de las fuerzas liberadoras del norte, que venían desde Tampico a traer el órden y la paz a las provincias de la Huasteca y venían a hacer justicia. supieron ganarse amigos en los pueblos indios y con cerca de cuatrocientos desgraciados, atacaron sobre la medianoche la hacienda.
Para la noche del día siguiente "Don Polo" y sus compadres ya descansaban y bebían en la vieja casa del hacendado; aquí comienza la verdadera historia de Don Apolinar.

Entre los indios corrió la voz que unos soldados habían venido habían venido desde Tampico a traer justicia; pronto llegaron felices e ingenuos a creerse las mentiras de éstos bandoleros. Lo primero que mandó hacer Apolinar fue ajusticiar a los Salazares mayores de doce años, se les impuso una sentencia de fusilamiento como muestra de escarmiento para los traidores a la patria, no se les fusiló, pero si fueron azotados el doble de su edad, todos los bienes y propiedades les fueron extraídos, excepto la casa. A las familias de los indios que habían apoyado al hacendado se les impuso una multa: serían trabajadores sin recibir sueldo durante diez años en la hacienda. Hasta éstos momentos todo iba bien para "Don Apolinar" como ya todos se referían con respeto y gran honor al que una vez fue un pobre peón. Se casó con Catalina Salazar y empezaba a ver como repartirse los tesoros con sus compadres cuando un soldado enviado desde Tulancingo llegó a partirles el teatrito: "Aquellos cuatro desertores que habiendo robado armas y caballos al ejercito revolucionario en Tampico, serían ahora fusilados por órdenes del general...". Juan el compadre más vivaracho de los cuatro, inmediatamente disparó al pecho a aquel soldado; los indios viendo que esos cuatro no eran más que bandoleros empezaron a alebrestarse en su contra y los atacaron, alcanzaron a Juan y a Filomeno, los lincharon, comenzaron a rodear la casona y a prenderle fuego cuando un pequeño ejercito llegó al pueblo...
Apolinar y su compadre Simón salieron corriendo y gritando que les auxiliasen, que aquella gente se les había ido encima y habían matado ya a tres de sus compañeros.
El líder del pequeño regimiento sin necesitar más explicaciones dispuso disparar a la gente enfurecida, nomás cayeron al piso no hubo más que silencio, les creyeron la versión a los dos bribones y se les encomendó mantener la seguridad y la paz en aquellos lugares, además de garantizar a la gente los derechos por los que tanta sangre se había derramado en el país (aunque para ser realistas, en éstas latitudes del país, jamás se entera uno de nada).
Fue así como Don Apolinar se convirtió poco a poco en un hacendado mucho más respetable que su mismo patrón; el Simón murió como a los quince días, amaneció tieso. Apolinar tenía grandes planes, compraría a los pueblos de indios las tierras con el tesoro del hacendado y sería el hombre más rico que hubiese existido jamás en el mundo o cuando menos en la sierra de La Piedra.[Continuará en alguna otra ocasión]

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