Mirando a través del fondo del vaso la vi enfrente, quieta, me quedé estupefacto, tieso, con miedo... No quería asustar a tan hermoso ser. Ella me miró y se acercó... levitaba, su hermosura aumentaba con la cercanía. Vestía de modo extraño como aquellas damas del carnaval de Venecia, me parecía como si la conociera de hace tiempo pero sin recordar de dónde o cuando. Tenía frente a mi a la diosa más hermosa, sus dorados labios me prometían un beso apasionado y sus seductores ojos grises me invitaban a la más exquisita locura.
Cuando me atreví a dejar el vaso en la mesita y levantarme a saludarla me percaté que su piel de oro reflejaba la luz con un tono metálico. De pronto, en la habitación comenzó a oírse música, las luces se redujeron y le ceñía por la cintura, intenté besarla en dos ocasiones pero ella esquivaba mis movimientos. Entonces dijo con la voz más dulce que jamás había escuchado "Bébe ésto" tenía un vaso con un líquido también dorado, me explicó que era ambrosía y debía beber todo de un solo sorbo para convertirme en alguien celestial como ella o ni siquiera podría besar sus dorados labios... Entonces bebí como un desesperado, todo de un sorbo y de repente caí.
Cuando desperté estaba en el piso, era cerca del medio día había pedazos de vidrio por todo el piso, una botella de whiskey que milagrosamente no estaba rota pero sí vacía y frente a mi y en la pared, la máscara que traje de Venecia.
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