Locura de mi alma, soberbia de mi vida

¿Sólo ésto es lo que somos?

¿Sólo ésto es lo que somos?
¡No para mi!
¡¡Somos ADN, sí, pero somos una organización genética distinta, un conjunto de moléculas en un órden específico y medida para poder ser nosotros, un contexto, un ambiente, una armonía, una vida!!

Somos parecidos pero con una diferencia infinitesimal entre cada humano de 2^8000 y luego a contar las demás especies...
Estas diferencias son tan hermosas... por eso estudio Biología y escribo Poesía.

Las bases científicas de lo que arriba afirmo, las pondré en una entrada posteriormente.

sábado, 31 de diciembre de 2011

Mascota


Desde que tuve memoria, recuerdo siempre haber padecido al infortunio de esas manos brutas, de esas manos sucias, torpes y grandes que bruscamente sometían mi cuerpo a los más toscos mimos. Siempre fue así, no recuerdo ni una sola ocasión diferente.
Sin embargo, pese a lo muy difíciles de soportar, esos tortuosos mimos eran auténticas demostraciones de cariño; demostraciones burdas y groseras... pero a fin de cuentas, auténticas, auténticas y llenas de un amor incomprensible.
Es que era idiota, no comprendía la realidad, mi amo no distinguía lo bueno de lo malo, para él no existían esas cosas, simplemente hacía lo que quería, sus opciones eran limitadas, nunca aprendería nada más, mi amo sería por siempre libre del "orden" y de esa falsa moral  en la que viven las personas grandes.

Recuerdo sus carcajadas, sus ojos inexpresivos transformarse en chispas centelleantes de curiosidad con cada aullido de dolor, uno se acostumbra al dolor, aunque lleva tiempo.
Al principio no comprendí, era muy joven entonces, estaba en una caja y después de asomarme para mirar mejor donde estaba, sentí un golpe tan fuerte en la nuca... al recobrarme miré que esa mano tosca,  negra, sudorosa venía de nuevo... y la mordí. Un gran estruendo, ruido, temblé, estaba paralizado de terror, luego sentí un dolor insoportable en mi cara... el tiempo que pasé sin comer y estar encerrado rodeado de una profunda obscuridad  me llenaron de terror, extrañaba a los demás.

Me acostumbré a mi amo, comprendí que él sería siempre incapaz de comprenderme, tenía que comportarme como la gente grande, le tenía que tener consideración especial o de lo contrario la gente grande vendría a lastimarme y el dolor que ellos provocaban era siempre mayor al que me veía obligado a soportar.

Así fue mucho tiempo, hasta que cierta vez, recuerdo que me asusté demasiado, había sangre... no era mía, estaba en las manos y brazos de él, me asusté, seguramente me culparían a mi, como siempre lo hacían, temía enfrentarme de nuevo a la vara, a quedarme sin comer... Pero no pasó nada, las personas grandes vinieron a limpiar lo que quedó embarrado en el suelo y eso fue todo, él siguió sonriendo y  jugando. No comprendí nada.
Otras veces pasó lo mismo, terminé por dejar de inquietarme, incluso a veces lamía la cálida y brillante sangre, dejábamos huellas rojas en el piso y después yo las limpiaba, dejando mi pelo de un color canela, fue una época muy feliz para mí.

Recuerdo bien aquel día fatal, estaba echado en el piso, esperando la hora de la comida, jugaba a mordidas con mi pequeño y andrajoso amo, no había ni una persona grande, entonces tuvimos sed, mi amo y yo fuimos a la cocina a buscar un poco de agua, la puerta del patio estaba abierta, a veces, cuando tenía oportunidad, iba yo a beber y mojarme en la pileta, se me ocurrió...  en el tronco viejo estaba la sangre de un pollo recién muerto, jugamos un rato, pero la sed nos hizo buscar agua nuevamente, nos dirigimos a la pileta, el torpe no alcanzaba y tuve que jalarlo de sus ropajos hasta el agua, comenzamos a beber, sin embargo, en un descuido o quizá jugando el idiota se arrojó al pozo del agua.

Recuerdo mi desesperación... la suya... aullamos... no podía alcanzarlo me arrojé para intentar sacarlo pero poco a poco se fue haciendo pesado, se fue hundiendo, se quedó quieto, dormido.

Todo esta bien me dije, se quedó dormido, las personas grandes lo sacarán y lo recostarán en su cama, lo despertarán para la hora de la comida y volveremos a jugar como siempre.
Me quedé echado a la orilla del pozo, mirándolo dormir, esperé a su lado.